jueves, 15 de octubre de 2009

DETRÁS DE MICRÓFONOS.

IR A LA AVENTURA SIEMPRE TIENE SUS ENCANTOS. 3er intento... Por Almendra Orozco.

Ya un poco más animada continué mi camino a la plaza central de San Andrés, pensando que quizá no sería tan difícil conseguir al menos 3 entrevistas que se pudieran utilizar para el radio antes de las 10:30 de la mañana.
Llegué a la plaza, bastante bonita, que aún conserva un aire de pueblo con los portales enfrente.

Comienzo a caminar alrededor de la plaza, buscando a la siguiente presa. La gente anda aprisa, supongo de camino a su trabajo, así que si me decido a detener a alguno, quizá ni siquiera se detenga a escucharme –pensé- me hará con la mano ese movimiento rápido y esquivo que se suele hacer a los vendedores de chicles o limpiabrisas en las esquinas.

De tal suerte que me dirigí hacia el único hombre que estaba tranquilamente sentado en una banca, aún mojada por el rocío de la madrugada. Comencé a preguntarle sobre el barrio, y parecía que sería un buen informante. Me comentaba que de los vikingos se escuchaba mucho, y también de Los Freddys, que eran del barrio… Presintiendo una buena charla, sacudí las gotas de agua acumuladas en la banca y me acomodé a un lado de él, grabadora en mano.

De repente comenzó a divagar en su historia, contándome que él había llegado a Guadalajara hace ya como 30 años, completamente solo y sin nada, desde el D.F. Ya en la nueva posición en la que me encontraba, más cercana que antes, noté que lo que me había parecido una mirada pensativa, eran unos ojos hinchados y rojísimos, y que entre mi interlocutor y yo se encontraba apostada una botella de cerveza envuelta en una bolsa negra, aún sudando el contenido líquido frío de su interior. Ahí fue cuando noté también que jugaba inquietamente con la corcholata de dicha botella, y que ciertamente expedía de su boca y su cuerpo en general, un tufillo a alcohol.

Muy tarde me di cuenta hacia dónde caminaba la cosa. Me contó sobre cómo conoció a su esposa, y acerca de cada uno de sus 4 hijos: qué estudiaban, en qué trabajaban, cómo era la personalidad de cada uno…
Ni tiempo me dió para intentar volver al tema de los vikingos, los freddys, o cualquier recuerdo sobre el barrio, cuando me encontraba ya en la incómoda posición de enterarme que al pobre hombre, quien solía trabajar en un taller de laminado y pintura, luego de ser despedido de éste, su mujer lo echó de la casa (casa que por cierto habían construido entre los dos y que de hecho aún no estaba del todo terminada), que ella se había adueñado malamente poniendo las escrituras a su nombre, todo producto de que es una mujer “biensabecomo” y orgullosa. El hombre, ahora dedicado a pintar casas, dormía dentro de la última en la que estaba trabajando.

Mientras el pobre hombre se desahogaba en lagrimas, me dí cuenta que no tenía por qué haber tenido prendida la grabadora, así que reaccioné y la apagué, mientras buscaba el momento más propicio para agradecerle y darle ánimos…
Escucha un fragmento de esta conversación!


1 comentario:

  1. Yo soy de san andres y me gusto mucho oir un programa sobre los vikingos. tambien me gusto el modo en que se escribió este texto.

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