
Un estudio realizado por especialistas en educación a raíz de las explosiones de Guadalajara en abril de 1992, puso de manifiesto que en la mayoría de las escuelas visitadas se informó que las disposiciones formales por parte de la SEP para realizar actividades de prevención y seguridad escolar se había limitado a distribuir folletería, un paliativo que se queda corto ante desastres que pueden derivar en terribles tragedias aunadas a la negligencia e inexperiencia; como en el caso inaudito de la Guardería ABC de Hermosillo Sonora en la cual las deficientes instalaciones se volvieron una trampa mortal para 49 menores de edad, o el año pasado el Colegio Rébsamen que debía haber sido clausurado por irregularidades y colapsó durante el sismo, pereciendo entre sus escombros 19 niños y 7 adultos.
Si retomamos lo vivido y aprendemos de los eventos del pasado, en los espacios educativos se pueden introducir conocimientos que pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte; y que lleven a adquirir comportamientos que nos permitan estar más preparados y responder mejor ante posibles desastres.
¿Cómo se ha avanzado en materia de educación y prevención en las aulas? ¿Se puede desde la niñez fortalecer la prevención y contribuir a reducir los índices de desastres en casos de emergencia? ¿Existen suficientes recursos humanos, materiales y financieros dentro del sector educativo destinados a las actividades de protección civil?. Responden a estas preguntas German Pinto Aceves, especialista y Consultor en Gestión Integral del Riesgo de Desastre, y Carlos Suárez, Lic. En Geografía, UdeG. Maestro en Ciencias por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, BC.
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