Durante esta triada ha quedado claro que estamos
frente a una problemática que tiene que ser abordada de manera multidimensional y multidisciplinaria.
Siguiendo en la búsqueda de parámetros que nos permitan el análisis de esta
situación, cerramos la temática desde la visión jurídica, presentando además la
relación que existe entre estos grupos juveniles y la (in)seguridad. Para esta
labor nos acompañan Miguel Vizcarra quien trabaja en torno a culturas
juveniles, y Dante Haro, experto en Derecho e Instituciones de Seguridad.
La discusión deja en claro que lo que se requiere
urgentemente es una prevención integral, -no ya solamente del delito- en donde
intervengan factores educativos, culturales, sociales, de vivienda, de
oportunidades de empelo, deporte, recreación etc., para poder de alguna manera
integrar claramente las necesidades que tiene un joven, pues son las carencias
de oportunidades para éstos las que los convierten en caldo de cultivo para el
delito. Además tiene que cambiarse el paradigma de la seguridad estado-céntrico
por uno antropocéntrico que ponga en el centro de las políticas públicas al
ciudadano; tiene que haber mayor participación ciudadana; y se deben tender
puentes entre la ciudadanía, la policía y las instituciones, para recobrar
la confianza y credibilidad perdidas.
¿Cuál es el proceso de criminalización de estos
jóvenes? ¿Qué pasa con la inimputabilidad de los menores de 18 años? ¿Qué
oportunidades reales tienen de rehabilitarse y eliminar los estigmas que pesan
sobre ellos? ¿Cómo afecta en estos procesos de inseguridad la impunidad, la
corrupción y la ausencia de denuncias?
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