Por un lado,
aparece el Estado como el que ostenta, de manera legítima, el monopolio de la
violencia, la cual ejerce a través de instituciones como los cuerpos
policiacos. Por otro, el creciente conflicto del pandillerismo demuestra la
poca capacidad del gobierno de dar una solución adecuada a través de la
creación de propuestas de integración juvenil, poniendo en evidencia que las
estrategias violentas y represivas, lejos de eliminar y resolver el conflicto
solo sirven para intensificar la violencia. Frente a este panorama incierto en
el que se cierran las posibilidades de desarrollo, la vía paralegal es
percibida por los sujetos como una opción viable en el corto plazo. El espacio
público se erige entonces como una arena de disputas y confrontaciones, no sólo
en términos de la lucha por el control territorial, sino por la creación de
legitimidades y sentidos.
En este segundo
diálogo en torno a las pandillas, discutimos con nuestros invitados Igor
González y David Coronado, acerca de la política estatal de juventud que tiende
a la homogeneidad enfocando actividades lúdicas para un solo tipo de
jóvenes; de las pocas instituciones no
solo gubernamentales sino de la Sociedad Civil enfocadas en atender a este
grupo en específico; de la urgencia de la descentralización de la política de
seguridad; del Subsidio para la Seguridad Pública de los Municipios y las
Demarcaciones Territoriales del Distrito Federal (SUBSEMUN) que promueve
políticas de desarrollo humano para incentivar la cohesión social y la
convivencia pacífica; entre otros temas… ¿Es posible que el Estado y la
sociedad dialoguen y puedan pensar en alternativas conjuntas ante el tema de la
violencia en general, y el de las pandillas en particular?
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