Indignación, miedo, coraje y dolor. Tal es la amalgama de emociones que se
vienen constituyendo en sustrato personal, familiar y social de la vida en
nuestro país. El delito como modo de subsistencia. La impunidad como moneda de
cambio político y empresarial. Y si llegara a haber castigo alguno, será como
resultado de una vendeta política, mientras que la verdadera justicia es
sometida al sucio juego de la manipulación de las leyes.
Hoy, la violación sistemática a los Derechos más fundamentales se ha convertido
en norma. Y
no hay duda, la guerra contra las drogas ha permitido un aumento masivo de
la violencia en México. El informe de víctimas de homicidio, secuestro y
extorsión de la SEGOB registró en 2014 un total de 35,930 homicidios a nivel
nacional, así como casi 2 mil secuestros y poco más de 6 mil extorsiones.
Con un panorama así ¿Qué posibles vías nos quedan? ¿Cómo entender la
violencia en la que nos encontramos inmersos? ¿Cuáles son los factores
estructurales vinculados con el aumento de ésta y cuáles son sus costos? ¿Qué
tratados internacionales e instituciones existen que busquen contener estas
cifras? ¿Cuál es el papel que la ciudadanía puede asumir? Para responder éstas
y otras interrogantes nos acompañan Edith Cuan y Aarón Villarruel.
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