El Censo de Población y Vivienda de 2010, identificó 89 lenguas
indígenas en el territorio nacional y 6 millones y medio de mexicanos hablantes
de alguna lengua indígena. De ellos, más de un millón de adolescentes indígenas
no asistía a la escuela; y otra cantidad similar era analfabeta. En nuestro
Estado, pese a que hay alrededor de 52 mil personas mayores de 5 años que
hablan alguna lengua indígena, la Universidad de Guadalajara registró durante
el calendario escolar 2014-B solamente a
431 alumnos de origen indígena en el sistema de educación superior. Resulta
evidente que la educación continúa sin ser un derecho garantizado para estos
grupos poblacionales; y los que sí logran acceder a ella, deben enfrentarse a
múltiples barreras, que van desde el desconocimiento del idioma español y la
carencia de programas educativos interculturales bilingües suficientes, hasta
los estigmas y burlas que deben soportar por parte de la población mestiza, e
incluso la reticencia de sus comunidades a que salgan de las mismas y la
pérdida de derechos a la que someten a quienes se atreven a hacerlo. Entonces, ¿qué posibilidades
efectivas de comunicación entre culturas brinda el sistema escolar actual?
¿Cuáles son los principales retos que la diversidad cultural plantea para los
sistemas educativos? ¿Los procesos de evaluación tienen en cuenta las
diferencias? ¿Se deben “adaptar” los grupos poblacionales al sistema educativo,
o éste a la diversidad cultural de su población?
En esta ocasión Hugo Muñoz y Carlos Monreal nos platican sobre estas
cuestiones a partir de su experiencia, el primero estudiante wixárika de la
Ingeniería en Agronomía y el segundo, promotor y profesor voluntario de la
Preparatoria intercultural Tamatsikauyumarie, ubicada en Popotita, dentro del
municipio de Mezquitic, Jalisco. Conoce
más sobre este proyecto en: http://tamatsikauyumarie.org/